Me gusta verte desnuda porque imagino en
tu cuerpo la línea que mis manos dibujarían desde tu esternón hasta tu ombligo;
porque te conviertes en el mapa de mis lugares preferidos; en ese paraíso
privado en el que viviría ignorando todo lo demás. Me gusta verte desnuda
porque en cada una de tus perfectas imperfecciones me convierto en el
imperfecto más perfecto del mundo; porque un solo roce entre mi lengua y
cualquiera de tus labios es suficiente para parar el tiempo. Me gusta verte
desnuda y capturar a cada parpadeo la esencia de ese instante, y retenerte así
en mi mente para cada vez que te pienso y te deseo, para cada vez que me
recuerdo a mí mismo cuánta culpa tienes de la rabia con la que te quiero. Me
gusta verte desnuda porque cuando tú lo estás, lo estamos los dos; porque
cuando no hay ropa cubriéndote, es mi cuerpo con mis brazos, mi pecho, y mis
piernas quien te rodea; porque cuando la luz quisiera apagarse en tus vértices
oscuros, es mi sexo el que se adentra en el tuyo, y tu boca la que choca con la
mía, y tus gemidos los que se ahogan en mis gemidos. Me gusta verte desnuda
porque en tu desnudez mi cordura quiere volverse loca y mi vergüenza quiere
hundir sus dedos en tus glúteos hasta enrojecerlos. Me gusta verte desnuda,
porque es entonces cuando más te pareces a ti misma, cuando logro entender que
solo te necesito a ti, sin nada más, para que todo merezca la pena.
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Ilustración: Chica leyendo libro, de Nina Surina