lunes, 16 de agosto de 2010

Arenas Movedizas


Tengo en mi despacho arenas movedizas que me ayudan en mi trabajo. Realmente ellas sólo se dedican a engullir. Pero, ¡cómo engullen! ¡Qué manera de comerse los inacabables informes, las empalagosas sentencias y demás! Ni becarios, ni recién licenciados, ni fichajes estrella me habían quitado nunca tanta faena como ellas. Las tengo resguardadas en una pecera, pero ocasionalmente noto que se sienten estrechas, sobre todo después de trabajar, y entonces las libro de esa condena sacándolas de ahí, esparciéndolas por toda la sala. Luego me acomodo y observo el panorama: es como tener la maqueta de un árido desierto, donde dossiers y carpetas llenas, cual esqueletos de animales muertos de sed, perecen en la soledad del paisaje.


- ¿Pero se puede saber qué narices haces con todo por el suelo lleno de arena? -hay quien me pregunta-.

- Si te lo dijera, no te lo creerías. -suelo responder yo, cuando respondo-.
__________________
Imagen: Arenas Movedizas, de Garikoitz Cuevas

2 comentarios:

  1. La pregunta es lo que nos preguntamos todos creo al empezar a leer este relato. Después, todos nos damos cuenta de que en algunas ocasiones necesitamos tener un lugar con arenas movedizas que nos devoren de vez en cuando, para recluirnos y después de ese respito, poder volver al mundo real. Así, cuando llega la pregunta, todos entendemos la respuesta.

    Felicidades por tus escritos,

    Manu.

    ResponderEliminar
  2. Genial, eso de tener arenas movedizas que te quiten trabajo, pero cuidadín donde pones los pies, a ver si también te engullen a ti y desapareces ;-P
    Besos felinos.

    ResponderEliminar