Conchita pidió dos cafés con leche al bigotudo de la barra, quien no perdió tiempo en radiografiar enteramente, como quien no quiere la cosa, desde los pies enmarcados en unos zapatos de tacón Dolce & Gabbana que una de sus amantes (esposa de un joven y prometedor arquitecto) le había regalado, pasando por las piernas apretadas dentro de un pantalón agujereado por la parte baja de ambos glúteos y por las rodillas, hasta llegar a la sección superior de la ceñida camisa blanca , cuyos botones finalizaban donde la U del escote empezaba (lo que exigía que, si quería no provocar, llevara puesto un pañuelo que lógicamente, y sabiendo cómo era ella, era normal que no llevara). Una vez la mirada del camarero hubo ascendido hasta ese punto, pasó a encontrarse con los ojos de su clienta, los cuales reflejaban cierto asco por aquella inspección para la que ella no había dado ningún permiso. Los cafés ya estaban listos. El hombre se ofreció a llevarlos a la mesa, pero ella se negó con aquel “No se preocupe, ya lo hago yo”, que más bien quiere decir “¡Quédate donde estás, pedazo de salido!”, y se dirigió hacia su sitio, donde su amiga la esperaba.
- ¿Te puedes creer que el barrigudo ese me ha mirado de arriba abajo sin ni siquiera disimular un poco? ¡Pero cómo se puede ser así de cerdo! ¡Al menos que lo hubiera hecho cuando yo no estaba de frente! – Su tono de indignación despreocupada provocó la risa en ella, que ya había añadido los dos azucarillos en su taza y se disponía a remover el café.
- ¿Sabes? Hace un par de días vi a una chica que me recordó bastante a mí cuando empecé con “mi profesión”.-dejó la cuchara en el plato, y acompañó la taza hasta sus labios para sorber la espuma de la leche caliente.
- Bueno cariño, ¿y qué vas a hacerle tú, que estás en las mismas que ella? Como esa chavala hay miles, ya lo sabes.
- Sí, ya sé que hay miles joder. ¡Me lo dirás a mí, que a veces tengo que sacar las uñas para que no me quiten mi sitio! Lo que pasa es que se notaba que esta chica era seguramente menor, y que no venía de ninguna mafia del este. Era española.
- ¿Insinúas que hablaste con ella?
- No, no he insinuado eso, pero ya que lo dices, sí, hablé con ella, y la verdad es que luego me arrepentí, porque salí bastante malparada.- A Conchita le nació una carcajada espontánea que casi le produce un atraganto con el café.- ¿De qué te ríes inútil? ¡Te estoy intentando explicar que quise hablar con ella para decirle que fuera lo que fuese lo que le había llevado a esto, habían caminos más seguros de salir adelante, y tú te descojonas de risa!
- Lo siento querida, pero es que me cuesta entender que alguien te haga salir con el rabo entre las piernas, cuando normalmente suele ser al revés. Pero dime, ¿qué le dijiste exactamente?
- A ver, es cierto que empecé un poco brusca la conversación, aunque la niña también tenía un piquito de oro… ¡Me envió a la mierda nada más y nada menos! – bebió un sorbo de café; Conchita había olvidado pedir leche natural y aun quemaba bastante- Pero no sé, me pareció todo tan… No sé cómo explicarlo. A esa chica debía ocurrirle algo. Ya sabes que no es normal ver españolas menores ejerciendo. Normalmente, si son menores, las pobrecillas suelen ser extranjeras a las que esclavizan. Por eso me sentí identificada con ella: porque puede que ella haya vivido algo parecido a lo que tú sabes que viví yo…
Conchita se quedó pensativa, rodeando con sus manos la taza caliente para robarle algo de calor.
- ¿Y piensas volver a hablar con ella? Porque puede ser que estés en lo cierto, y que realmente puedas ayudarla. Pero también puede que andes errada y que te estés metiendo en juegos de mafias, y ya sabes que eso a los chulos les toca las narices. Te podrían meter una buena paliza si algún día te ven metiéndote en lo que no te importa.
- Ya…-ella no había pensado en todo aquello. Conchita parecía estar segura de lo que decía, y ella sabía que su amiga tenía razón. Palizas monstruosas habían tenido ocasión cuando algún rufián se había hartado de algún tocapelotas-. Pero no sé Conchita, yo no creo que estemos hablando de redes de tráfico de personas ni nada de eso. Es que estoy segura de que esa chica tiene cosas que contar, y a nadie a quien acudir. Creo que volveré a hablar con ella otra vez, aunque puede que ya no se ponga donde la vi.
Se quedaron en silencio unos segundos. Conchita miró a su amiga: la veía intranquila.
- Dime, ¿qué te lleva a hacer todo esto? Llevas muchísimos años en el oficio, y desde que te conozco nunca te había visto así.
- ¿Nunca has pensado en las cosas que hiciste mal en el pasado? – Conchita asintió con la cabeza- ¿Y nunca has deseado tener otra oportunidad para poder corregirlas?
- Sí cariño, pero es imposible. No podemos volver al pasado para cambiar nuestros errores.
- Bueno… No podemos volver al pasado, pero me he dado cuenta de que, por alguna razón, ha sido el pasado el que ha vuelto a mí. algo así como una fotografía de mí misma que ha volado desde mi adolescencia hasta el día de hoy.Tengo la impresión de que ayudando a esa niña, también voy a saldar por fin las deudas que tengo pendientes con mi vida. ¿Pedimos la cuenta?
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Fotografías 2, 3 y 4: Juan Francisco Casas, http://www.juanfranciscocasas.com/
Hola Jorge, me alegro por tu vuelta a este espacio, espero que tus exámenes hayan sido con nota alta.
ResponderEliminarReferente a nuestra amiga Conchita, sí deja que valla y hable con la adolescente, quizá, de la curen algunas de sus heridas.
Un beso
Me alegra volver a "verte" con tus historia, a la espera de la decisión de Conchita.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola África, hola Alma. Gracias por vuestros comentarios, pero recordad, Conchita es la amiga de nuestra protagonista, la señora lesbiana propietaria de una peluquería que ya salió anteriormente.
ResponderEliminarUn saludo!
Hola, Jorge, ya estoy de vuelta de Atenas, como podrás comprobar, jeje. Me ha gustado mucho esta nueva entrega, con esos diálogos tan desenfadados y verosímiles y me ha resultado muy amena y divertida la lectura, incluidas las descripciones preliminares, que no tienen desperdicio. Y agradecerte tu paso por mi blog y por el de Jesús, que ahora nos hemos separado como blogueros, pero seguimos siendo uña y carne como amigos. Es que él no acaba con lo de Susej y yo quería tener un sitio donde colgar mis relatos y he abierto otro blog para ello, así que el de September se lo ha quedado él, que no se da prisa en terminar su culebrón de Susej, no, jaja y eso que no anda de exámenes como estabas tú, jaja, (que espero que te hayan salido de maravilla).Bueno Jorge, sigue deleitándonos con las aventuras y desventuras de esa pobrecilla prostituta y a ver si logra que la "yogurina" se retracte de su decisión de dedicarse a la "profesión". Un besote fuerte.
ResponderEliminarWoooowww, me encantó tu blog, a partir de hoy entraré seguido.
ResponderEliminarOjalá pudieras también tú echarte una vuelta por el mio. Te dejo el enlace: http://lasdudasdeunaputita.blogspot.com/
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