Artículo sobre la confesión de un mormón después de leer las ideas del feminismo
Los archivos del varón da la bienvenida a Sam Bullock que escribe su primer post como invitado a Girl With Pen (Chica con un boligrafo). En este escrito personal, Sam explica que pasó cuando su religión mormona chocó con las políticas feministas.
Mi profesora aseguró que no hay razones para temer la F-palabra. Estaba acudiendo a “Introducción a la Ética” en el Bachillerato cuando me asignaron la lectura del libro de Hilde Lindemann “Una invitación a la Ética Feminista”(An Invitation to Feminist Ethics). Era mi primera experiencia con la teoría feminista.
Este libro es una revisión básica sobre el sexismo, los roles de género, la homofobia, la globalización neoliberal, y más historias desde lo personal y sobre la violación. A diferencia de otros libros, no pude desechar este como si fuera un libro más sobre filosofía. No pude tirarlo a un lado, pasar de largo y seguir con mi vida cotidiana. Fué revelador, te abre los ojos y te cambia la vida.
Al leer este libro me dí cuenta que la libertad de elección es lo que me hace feliz. No quería estar constreñido por factores psicológicos que pueden ser el producto de una socialización intensa y temprana en los roles de género. Y sabía perfectamente que las mujeres merecen la misma libertad.
Desafortunadamente, estos debates feministas chocaban frontalmente con mi visión del mundo: me educaron en el Mormonismo. Para los mormones, los roles de género están instituidos divinamente (en su mayor parte) y la homosexualidad es siempre una inmoralidad demoniaca.
En la Iglesia Mormona, solo se permite a los hombres ejercer el sacerdocio. Las mujeres se encuentran completamente apartadas de cualquier posición de autoridad. No existen obispos mujer, no hay mujeres entre los apóstoles, no hay profetas que sean mujeres. Las mujeres únicamente pueden ejercer algún papel de responsabilidad en tareas que estén relacionadas con sus roles tradicionales como líderes con jóvenes, con grupos de niños, y grupos caritativos de mujeres (un grupo exclusivamente femenino).
Se me dijo que el sacerdocio, el poder de actuar en el nombre de Dios, depende de la valía individual. Cualquier hombre podría poseer esta valía. La respuesta fácil de los mormones a caulquier tipo de crítica sobre esta injusta estratificación es que “las mujeres tienen el poder de dar la vida a los niños”. Así que ¿las mujeres no pueden convertirse en sacerdotisas porque los niños se gestan en sus úteros? Este argumento es un estupidez sin sentido.
Cada vez ví más y más claro el sexismo de la Iglesia Mormona. En un debate sobre la parentalidad, me atreví a sugerir que estaba dispuesto a ser un padre presente y comprometido. Se me atacó inmediatamente de ideas arcaicas sobre las mujeres. Me dijeron que las mujeres eran más virtuosas que los hombres, y que esta virtud se desperdiciaría en el traicionero y salvaje mundo de los negocios. Así que las mujeres que trabajan estaban destruyendo la factoría de la sociedad (de hecho escuche ésto más de una vez). No hace falta decir, que me quedé horrorizado.
En otro encuentro, el tema de debate fué la modestia femenina y la apariencia. El obispo que dirigía el grupo sugirió que las mujeres necesitaban el recato en el vestir porque los hombres no podrían controlarse o algo parecido. ¿De verdad? Ahà.
El obispo continuo explicando que las mujeres deben maquillarse porque incluso un viejo pajar puede ser pintado. La enormidad de la doble moral me sacudió. ¿Si no se espera que los masculinos “pajares” tengan que ser pintados, porque las mujeres deberían hacerlo las femeninas “pajaras”?
Según el sexismo quedaba patente, intenté reconciliar mis dos visiones del mundo en conflicto. Intenté racionalizar el sexismo, montando arguymentos como que “La Iglesia no está preparada todavía para la igualdad de género” o “esta doctrina sexista no es de Dios”. Busqué apoyo online y encontré varios blogs feministas mormones como Feminist Mormon Housewives y The Exponent.
Sobre la Proposición Octava del Estado de California. Cuando, me propuse enfocar el segundo de los grandes pecados aparece la homosexualidad. En la Iglesia Mormona, la homosexualidad es un pecado. Se puede ser gay abiertamente, pero debes permanecer en el celibato o contraer matrimonio heterosexual. Ninguna es una opción especialmente feliz.
Cuando la Proposicion Octava (la oposición al matrimonio gay) se encontraba sujeta a referendum en California, la Jerarquia de l Iglesia Mormon la apoyo, y animo a los miembros de la Iglesia a luchar por su aprobación. Esto se tradujo en carteles en los “call centers”, reuniones especiales y en fotos retocadas por ordenador del libro mormón de los profetas con el lema “Sí a la 8ª Proposición”. Lo más alarmante fué la retórica. Se nos dijo que los homosexuales eran como los drogadictos, que estaban destruyendo la sociedad. Se nos dijo que estaban corrompiendo a nuestros niños, nuestras libertad religiosa y nuestras escuelas. Los derechos cívicos y humanos de los homosexuales eran una idea de Satán, un intento de atraer a la gente hacia el camino de la destrucción.
Estoy avergonzado admitiendo que en el instituto creía todas estas tonterías. Recuerdo con claridad como le decía a un amigo que voté por Bush porque estaba en contra del matrimonio homosexual. Incluso escribí una carta al señor Bush de felicitación por su sabia elección.
Pero rebobinando rapidamente al presente, el feminismo me ha permitido comprender que la retórica de la Iglesia, por lo que ha sido (homofóbica, atemorizante) intenta mantener la hegemonía cultural. Todavía racionalizo la homofobia como otra doctrina que “no es de Dios”. Esto era, hasta que leí sobre Stuart Matis, un gay Mormón que se suicidó a causa de la doctrina honofóbica mormona.
Pude ver tan claramente el sufrimiento infringido. Así que ya no pude racionalizar más la homofobia de la Iglesia. Se produjo una auténtica fractura en mi edificio de creencias. Los mormones no estan inspirados por Dios en la aprobación de la Proposición 8ª. No hay Satan, no hay tentadores por ahí fuera intentando engañarme para hacerme creer cosas diabólicas. Este era el último dispositivo basado en el miedo, una herramienta diseñada para silenciar la diferencia.
Y a esta pequeña grieta se precipitó por completo mi educación filosófica, todas mis clases de religión, las clases de ética, mis clases de pensamiento crítico. No he encontrada nunca más alguna razón por la que Joseph Smith vió a Dios cuando fundó la Iglesia Mormona. Ya no creo más que Jesús fué el hijo de Dios, ni siquiera que exista Dios de ninguna manera. Mis creencias se han ido, y me he convertido en un ateo.
Supongo que el mensaje de esta historia es que el feminismo is undudablemente poderoso. Puede alterar las conciencias. Y puede promover la igualdad. Puede incluso desmantelar una visión del mundo por completo. Y yo diría que estos cambios son para mejor.
Sam Bullock estudia para convertirse en abogado con rebanadas de “hip jazz-piano” , y es un autoproclamado feminista ateo
Se me dijo que el sacerdocio, el poder de actuar en el nombre de Dios, depende de la valía individual. Cualquier hombre podría poseer esta valía. La respuesta fácil de los mormones a caulquier tipo de crítica sobre esta injusta estratificación es que “las mujeres tienen el poder de dar la vida a los niños”. Así que ¿las mujeres no pueden convertirse en sacerdotisas porque los niños se gestan en sus úteros? Este argumento es un estupidez sin sentido.
Cada vez ví más y más claro el sexismo de la Iglesia Mormona. En un debate sobre la parentalidad, me atreví a sugerir que estaba dispuesto a ser un padre presente y comprometido. Se me atacó inmediatamente de ideas arcaicas sobre las mujeres. Me dijeron que las mujeres eran más virtuosas que los hombres, y que esta virtud se desperdiciaría en el traicionero y salvaje mundo de los negocios. Así que las mujeres que trabajan estaban destruyendo la factoría de la sociedad (de hecho escuche ésto más de una vez). No hace falta decir, que me quedé horrorizado.
En otro encuentro, el tema de debate fué la modestia femenina y la apariencia. El obispo que dirigía el grupo sugirió que las mujeres necesitaban el recato en el vestir porque los hombres no podrían controlarse o algo parecido. ¿De verdad? Ahà.
El obispo continuo explicando que las mujeres deben maquillarse porque incluso un viejo pajar puede ser pintado. La enormidad de la doble moral me sacudió. ¿Si no se espera que los masculinos “pajares” tengan que ser pintados, porque las mujeres deberían hacerlo las femeninas “pajaras”?
Según el sexismo quedaba patente, intenté reconciliar mis dos visiones del mundo en conflicto. Intenté racionalizar el sexismo, montando arguymentos como que “La Iglesia no está preparada todavía para la igualdad de género” o “esta doctrina sexista no es de Dios”. Busqué apoyo online y encontré varios blogs feministas mormones como Feminist Mormon Housewives y The Exponent.
Sobre la Proposición Octava del Estado de California. Cuando, me propuse enfocar el segundo de los grandes pecados aparece la homosexualidad. En la Iglesia Mormona, la homosexualidad es un pecado. Se puede ser gay abiertamente, pero debes permanecer en el celibato o contraer matrimonio heterosexual. Ninguna es una opción especialmente feliz.
Cuando la Proposicion Octava (la oposición al matrimonio gay) se encontraba sujeta a referendum en California, la Jerarquia de l Iglesia Mormon la apoyo, y animo a los miembros de la Iglesia a luchar por su aprobación. Esto se tradujo en carteles en los “call centers”, reuniones especiales y en fotos retocadas por ordenador del libro mormón de los profetas con el lema “Sí a la 8ª Proposición”. Lo más alarmante fué la retórica. Se nos dijo que los homosexuales eran como los drogadictos, que estaban destruyendo la sociedad. Se nos dijo que estaban corrompiendo a nuestros niños, nuestras libertad religiosa y nuestras escuelas. Los derechos cívicos y humanos de los homosexuales eran una idea de Satán, un intento de atraer a la gente hacia el camino de la destrucción.
Estoy avergonzado admitiendo que en el instituto creía todas estas tonterías. Recuerdo con claridad como le decía a un amigo que voté por Bush porque estaba en contra del matrimonio homosexual. Incluso escribí una carta al señor Bush de felicitación por su sabia elección.
Pero rebobinando rapidamente al presente, el feminismo me ha permitido comprender que la retórica de la Iglesia, por lo que ha sido (homofóbica, atemorizante) intenta mantener la hegemonía cultural. Todavía racionalizo la homofobia como otra doctrina que “no es de Dios”. Esto era, hasta que leí sobre Stuart Matis, un gay Mormón que se suicidó a causa de la doctrina honofóbica mormona.
Pude ver tan claramente el sufrimiento infringido. Así que ya no pude racionalizar más la homofobia de la Iglesia. Se produjo una auténtica fractura en mi edificio de creencias. Los mormones no estan inspirados por Dios en la aprobación de la Proposición 8ª. No hay Satan, no hay tentadores por ahí fuera intentando engañarme para hacerme creer cosas diabólicas. Este era el último dispositivo basado en el miedo, una herramienta diseñada para silenciar la diferencia.
Y a esta pequeña grieta se precipitó por completo mi educación filosófica, todas mis clases de religión, las clases de ética, mis clases de pensamiento crítico. No he encontrada nunca más alguna razón por la que Joseph Smith vió a Dios cuando fundó la Iglesia Mormona. Ya no creo más que Jesús fué el hijo de Dios, ni siquiera que exista Dios de ninguna manera. Mis creencias se han ido, y me he convertido en un ateo.
Supongo que el mensaje de esta historia es que el feminismo is undudablemente poderoso. Puede alterar las conciencias. Y puede promover la igualdad. Puede incluso desmantelar una visión del mundo por completo. Y yo diría que estos cambios son para mejor.
Sam Bullock estudia para convertirse en abogado con rebanadas de “hip jazz-piano” , y es un autoproclamado feminista ateo
Mormones... Bin Ladens estadoudinenses que tienen la mayor biblioteca del mundo bajo los páramos de Utah, donde de Jazz, poco o nada.
ResponderEliminarUn abrazo Crack!
Si el machismo impera aún en nuestra propia sociedad, tampoco es extraño que lo haga en la sociedad mormona.
ResponderEliminarTu relato sobre la prostituta se está poniendo de lo más interesante :-)
Besos felinos.
Si sólo fuesen los mormones...en la religión que practica o al menos cree gran parte de la población española: el catolicismo, ¿dime cuántas mujeres "Papa" has visto? Dicen que hubo una pero disfrazada de tío y encima es una leyenda...¿y mujeres sacerdote? Y eso no es nada, en el medievo hubo un concilio para dictaminar si la mujer tenía "alma" y teniendo en cuenta que al varón sí se le atribuía su tenencia, nada más discriminatorio; era considerarla al mismo nivel que los animales irracionales: una mera reproductora, equiparable a una oveja o una vaca. Menos mal que hoy en día sabemos que todos somos animales carentes de ese alma espiritual que se nos atribuía antaño, si bien nuestra querida Iglesia Católica Apostólica y Romana, aún continúa varada en el s. XV cual ballena en una playa. Con esto quiero decirte que todas las religiones, ¡todas! son un cúmulo de despropósitos con el único fin de manipular a las masas y todas sirven al poder establecido como sus fieles vasallas. Y corto rollo, otro besito Jorge.
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