miércoles, 24 de julio de 2013

Un clásico a los veinticinco


Te buscas y no te encuentras. Sabes que estás, pero desconoces dónde... Hubiera sido duro que estuvieras sujeto a embargo, piensas, pero que el objeto embargado hayas sido tú mismo… ¡Es tan cruel y bochornoso…! Solo un cuarto de siglo te has pertenecido, y ahora que era cuando debías construir un camino confluyente con éxitos y lucro te encuentras en una persecución mortífera en la que tu meta es reencontrarte para readquirirte, mientras que la de ellos es que nunca sepas nada de ti, y subsidiariamente, revenderte aun más caro, que para eso tienes veinticinco años y eres, según catálogo, un clásico…


Te buscas y no te encuentras. Sabes que eres, pero desconoces qué eres. El espejo no te refleja, pero se te ocurre pegar la oreja a éste, y de repente te sorprendes escuchándote a ti mismo, como cuando eras un bebé, lloriqueando para que alguien te rescate. 

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Imagen: Frustración, de Marta Martí Grau




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